El aceite de girasol es una gran fuente de ácidos grasos omega 6, los cuales están muy de moda ya que se ha demostrado que tienen numerosos beneficios para la salud ya que protegen de enfermedades del corazón. Siendo capaces de reducir el colesterol malo y aumentar el colesterol bueno.
Además, el aceite de girasol también tiene propiedades antioxidantes gracias a su aporte en vitamina E, lo que ayuda a retrasar el envejecimiento de las células y por ende de todo el metabolismo, conservándonos más jóvenes y con un aspecto más saludable.
Aunque el aceite de oliva sea uno de las principales protagonistas de la dieta mediterránea, en época de crisis, el aceite de girasol puede ser un buen sustituto de éste siempre y cuando no sea utilizado para freir, ya que el aceite de girasol es poco resistente al calor y pierde sus propiedades nutricionales y además genera toxinas que son perjudiciales para el organismo.
Como curiosidad podemos decir que en repostería se utiliza más el aceite de girasol ya que el sabor es menos intenso que el aceite de oliva, por lo que no esconde el resto de los sabores. Además, el aceite de girasol proviene de la semilla del girasol por lo que una buena forma de consumir ésta es a través de las pipas, siempre y cuando tengamos en mente que son muy calóricas por lo que pueden contribuir al aumento de peso.
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