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En muchos hogares españoles, los niños siguen desayunando alimentos procesados, a pesar de que cada vez hay más información y se conocen más las consecuencias negativas que traen con ellos. Ya que son productos altamente azucarados que se relacionan con enfermedades muy graves. Está en manos de los padres hacer los cambios pertinentes para cambiar los malos hábitos.
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En un gran porcentaje de hogares españoles aún se rompe el ayuno con alimentos procesados de la peor calidad. Y si, lo siento, las galletitas María (las de toda la vida), son tan procesadas y tan insanas como cualquier otro bollo.
Cuando los nutricionistas hablamos de este tema, nos encontramos con tres tipos de posturas distintas. Si aún les das galletas a tus hijos, decide en cuál de las tres te colocas:
La primera de las posturas es muy lógica, ya que viene arrastrada por el ambiente obesogénico en el que nos movemos, y por la desinformación que hay con respecto a todos estos temas, es decir, los padres no saben las verdaderas consecuencias que puede traer para su hijo darles estos productos desde tan pequeños. Se dejan llevar por la industria, y eligen los alimentos que supuestamente están destinados para este fin: todo tipo de galletas, azúcar soluble (perdón, cacao soluble), cereales de “desayuno” repletos de azúcares, bollería industrial, etc.
La segunda de las posturas es la que más nos gusta. Se trata de padres que han adquirido información sobre lo insanos que son ciertos productos, y a partir de ahí empiezan a buscar alternativas para sacar a sus hijos de todo este ambiente azucarado que nos rodea. Se dan cuenta de que con un poco de imaginación, y sobretodo, predicando con el ejemplo, son capaces de que los niños, disfruten de un desayuno, sano, rico y muy nutritivo.
La tercera, es por desgracia la más frecuente, ya que se trata de padres que aun conociendo lo insano, lo perjudicial, y lo dañino que pueden resultar ciertos alimentos, lo siguen poniendo en la mesa. Para ello, se escudan en distintas excusas (de cuñado) que si estás metido en este grupo o conoces a alguien que lo esté, seguro que te suenan:
«Yo llevo desayunando galletas toda la vida y no me ha pasado nada»
¿Qué significa que no te ha pasado nada? ¿Qué no te has muerto aún? ¿Te has puesto a pensar de dónde vienen tus problemas de sobrepeso? ¿Crees que tienes la tensión por las nubes porque tienes mala suerte? ¿Crees que tener más posibilidades de padecer un cáncer es que no te esté pasando nada? Las consecuencias de llevar unos hábitos insanos se muestran de forma lenta, pero cuando llegan, pueden ser más devastadoras que la peor de las enfermedades. ¿Quieres eso para tu hijo?
«Sólo son niños, pueden comer de todo»
Si el hecho de ser niños, les da la inmunidad, ¿por qué no pueden beber de todo? ¿Por qué no se pueden tomar un vinito para comer? ¿O fumarse un cigarro de vez en cuando? ¿Quizás un porro? ¿O una droga más dura? Conocemos muy muy bien las consecuencias que traen ciertos hábitos. Sabemos que el alcohol trae consigo problemas de adicción, está muy relacionado con el cáncer, y es por ello, que no se nos ocurre incentivar a los niños en su consumo. Lo mismo pasa con el tabaco o el resto de las drogas. ¿Por qué no hacemos lo mismo con la alimentación no saludable, si puede traer las mismas consecuencias? Quizás si reflexionamos…
«Si no le doy galletas, no desayuna»
Cuanto más arraigado esté un hábito, más difícil es de cambiar. No es lo mismo cambiar un hábito a un niño de un año, que a uno de siete. Pero en ningún caso es imposible. DEBES BUSCAR LA FORMA. Puedes empezar haciendo una versión saludable de las galletas, incluso puedes poner alimentos que no estén socialmente aceptados dentro del desayuno, si le gustan las lentejas, ponle lentejas, si le gusta el arroz ponle arroz, olvídate de los cánones impuestos por la industria y limítate a poner comida nutritiva.
Predicar con el ejemplo es la base para que los niños hagan las cosas bien. Si tu comes galletas, tú hijo querrá galletas. Si tú comes magdalenas, tu hijo querrá magdalenas. Si tú te desayunas una tostada de pan integral con aguacate, tu hijo será un experto pelador de aguacates. Si en la caja de las galletas, hay galletas sanas, tu hijo aprenderá a valorarlas, y a apreciarlas. ERES SU ESPEJO y si tú no estás dispuesto a cambiar nada, tienes la batalla perdida.
Ejemplos de desayunos saludables:
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