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Seguramente que muchos de por aquà se declaren fans incondicionales de la lasaña. Las primeras referencias a este plato datan del siglo I d.C, recogidas en el tratado gastronómico*“De re coquianariaâ€*, del considerado como primer gourmet de la historia; Marcus Gavius Apicius. La elaboración recogida en el libro, mencionada como *lagana*, todavÃa distaba un poco de lo que es actualmente.
No serÃa hasta muchos siglos después, cuando en Italia dieron forma a la lasaña que se conoce popularmente hoy, con la inclusión de la salsa de tomate. Este fruto tan cotidiano actualmente, fue objeto de superstición en Europa durante muchos años. Proveniente de América, fue empleado como planta meramente ornamental hasta el siglo XVII, debido a su supuesta toxicidad.
En el sur de Europa, concretamente en Italia, empezó a ser de consumo frecuente, y a formar parte de la base de muchas elaboraciones populares, como la pizza, o en este caso la lasaña. La moussaka, un plato que se pierde entre los Balcanes y que solemos rescatar por proximidad de Grecia, parte de un concepto similar, pero sustituyendo la pasta por la berenjena, y la carne de ternera por cordero. Para esta receta sin embargo hemos decidido prescindir de cualquier carne, con el objeto de que pueda incluirse en una dieta vegetariana.
Esta receta está formada por tres partes. En primer lugar, las láminas, que separarán las diferentes capas de relleno. Por otro lado tendremos el relleno propiamente dicho, llamado en el argot culinario *farsa*. Para culminar nuestra moussaka realizaremos una bechamel. El proceso, aunque laborioso, es realmente sencillo, y el resulta espectacular. ¡Manos a la obra!
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Cogemos las dos berenjenas, las lavamos y nos deshacemos del pedúnculo. Ahora procedemos a cortarlas sobre una tabla. Hay diferentes criterios a este respecto, pero un servidor es partidario de cortarlas de cortarlas a través del eje longitudinal, en láminas muy finas, aunque eso sÃ, debemos contar para ellos con un cuchillo bien afilado. En rodajas sigue siendo una buena opción también.
Para eliminar el toque amargo que tienen, las iremos acomodando en un recipiente las láminas de berenjena, e iremos salando una a una por ambas caras. Cubriremos al ras con papel y dejaremos reposar al menos treinta minutos. A continuación pondremos una sartén al fuego, a máxima potencia, con un chorrito de aceite, e iremos marcando las berenjenas por ambos lados. Reservaremos.
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Le toca el turno a la *farsa*, que como siempre digo, puede llevar lo que nosotros queramos. La lasaña es por definición una receta de aprovechamiento, de economÃa de recursos. Esos trocitos de hortalizas que quedan huérfanos en la nevera servirán para nuestro relleno. En este caso utilizaremos puerro, zanahoria, pimiento verde, pimiento rojo, calabacÃn y tomates. Cortamos todo en *mirepoix*, recordamos, con 1,5 cm de lado aproximadamente y rehogamos en una sartén con una pizca de aceite, con fuego medio - bajo.
Cocinamos bien, hasta que queden bien blanditas, y a continuación añadimos el tomate rallado y la cucharadita de pimentón. Corregimos también de sal si fuera preciso. Recordad que debemos probar los platos en todas las fases de elaboración. Para cocinar bien el tomate subiremos el fuego al máximo, y aguardaremos a que evapore todo el agua, quedando un perfecto relleno consistente.
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Ahora comenzaremos con la bechamel, esa gran conocida y temida a la vez. Lo importante es contar con una báscula de precisión que nos permite afinar las cantidades. En este caso quedará una bechamel ligera, pero por pura preferencia personal, vosotros podéis a ajustarla en función de vuestros gustos. Pondremos en un cacillo la mantequilla a derretir, a fuego medio - bajo, y antes de que se haya diluido del todo, agregaremos la harina, que rehogaremos bien durante un par de minutos o tres.
Debe quedar cocinada, para evitar ese sabor desagradable a harina cruda. Ahora toca añadir la leche, y lo haremos de golpe, frÃa. Con la ayuda de una varilla, y sin tocar el fuego, removeremos enérgicamente tratando de deshacer los grumos que hayan podido quedar. Salpimentamos y cocinamos sin parar de remover durante al menos 20 minutos a partir de que empiece a borbotear. La gracia de una bechamel reside en la paciencia, cocinarla lentamente durante al menos 20 o 30 minutos dará como resultado una bechamel más fina y agradable al paladar. No tengamos prisa, las cosas bien hechas llevan su tiempo.
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En una fuente amplia iremos colocando una capa con láminas de berenjena y otra de relleno, asà sucesivamente, empezando y terminando el conjunto por una capa de berenjena, tratando de que no queden demasiados huecos, pero sin solaparlas demasiado. Pondremos un velo de bechamel por encima de la última capa de berenjena, y espolvorearemos nuestro queso rallado por encima.
Con el horno precalentado a 200º calor arriba y abajo, en la parte media del mismo, introducimos la moussaka. Horneamos durante 20 min aproximadamente, o hasta que observemos que el queso crea una costra dorada.
¡Buen provecho!
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